Y llevaba al Viento que me dejaba y calmaba el calor del Sol. Todos me sentían pasar mientras los árboles estiraban sus ramas para dejarse traspasar por mi. Era yo y el sol que dibujábamos el día y juntos hacíamos de la Ciudad sus calles y sus autos, mientras entre gente paseábamos, dejándonos correr entre ellos y siendo felices y alegres como en cada cuento de cada cabeza de cada individuo que nos habitaba, pero éramos solo nosotros, creadores de sus vidas compartidas y que con Doña Noche, tan bella y tan diferente a nosotros, pero no menos importante, hacíamos de la Gran Ciudad y un mundo, propio para cada individuo y ser viviente, desde grandes pensadores hasta micro partículas vivientes.
Aterrizando de mi alunizaje, me retiro mi casco luego de este gran paseo en motocicleta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario